La otra orilla
Mi abuela era feliz y
hablaba con Dios.
Decía que él habitaba en su
patio.
Pero desde aquella tarde
no le dirigió la palabra,
nunca entendió eso de
arrebatarle al hijo.
Enmudeció
mucho antes de cruzar a la
otra orilla.
Gustavo Tisocco
Del libro TERRESTRE
Etiquetas: Libro Terrestre