viernes, 12 de octubre de 2012

La otra orilla




Mi abuela era feliz y hablaba con Dios.

Decía que él habitaba en su patio.

Pero desde aquella tarde
no le dirigió la palabra,
nunca entendió eso de arrebatarle al hijo.

Enmudeció
mucho antes de cruzar a la otra orilla.


Gustavo Tisocco
Del libro TERRESTRE